-- Pintores Asturianos: Luis Fernández López

27/6/15

Luis Fernández López



Luis Fernández López nació en Oviedo en 1900 y falleció en París en 1973. Marcado por la tragedia, que pareció ser su más fiel compañera a lo largo de los años, pues ya desde pequeño sufrió, primero la pérdida de su madre, luego la de su padre y, por último, la de su abuelo, que había cuidado de él y de sus hermanos.
En 1912, se matricula en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, donde conoce a quien según el propio artista, será su maestro el resto de su vida, D.José Mongrell y Torrent.
Tras realizar varios trabajos en España, decidió instalarse en París en el año 1924, donde se sintió atraído por un grupo de artistas afincados en Montparnasse. Allí comenzó a trabajar en una imprenta, donde conoció a su primer coleccionista, un compañero llamado Jean-Sébastien Szwarc.



París fue, sin duda, la mejor escuela de Luis Fernández, pues allí se empapó de las distintas opciones vanguardistas que se fueron sucediendo en varias etapas: del purismo de Le Corbusier, al neoplasticismo. Más tarde se unió a los artistas del grupo Abstraction-Creation, creado para fomentar el arte abstracto. En este grupo, formado por más de cuatrocientos artistas de distintas nacionalidades, Fernández coincidió con Kandinsky, Mondrian o Frantisek Kupka, con quienes expuso. También sintió una fuerte atracción por el cubismo, estilo al que se acercó de la mano de su gran amigo Picasso, con quien trabajó en un par de ocasiones.
Tanto el surrealismo como la figuración geométrico-constructiva son otros estilos que el artista abordó durante distintas etapas de su vida. Más tarde, tras abandonar la abstracción, sus temas se limitaron a naturalezas muertas, paisajes y animales.


1936 es el momento en el que podemos hablar de un cambio estilístico en la obra de Luis Fernández. Abandonada la abstracción geométrica, su amistad con Paul Eluard y André Breton determinan su acercamiento al surrealismo, pero la guerra civil en España y posteriormente la segunda guerra mundial, hacen que sea difícil mantener los vínculos y progresivamente se aparta del surrealismo para practicar un acercamiento cada vez mayor a la figura de Picasso, tanto en lo personal como en lo plástico.
A partir de 1944 podemos hablar de su periodo de madurez en el que ha encontrado un estilo propio, alejado de Picasso y de cualquier corriente pictórica, su obra se inunda de serenidad, tono que mantendrá hasta el final de su vida.



Su gran amiga María Zambrano, discípula de Ortega y Gasset, a quien conoció en París en 1947, describía así sus bodegones: “Luis Fernández pintará cebollas, trozos de carne, flores a punto de descomposición, cuando la forma lograda parece regresar a la materia de donde viniera; en que el infierno se yergue a tomar su pesa evadida tan sólo por una breve hora”.
En los últimos años de vida de Luis Fernández su obra fue recuperada por la crítica, con la realización de una exposición antológica organizada por el Centro Nacional de Arte Contemporáneo francés en París, en el año 1972. Sin embargo, esta muestra no llegó a verse nunca en España, circunstancia que resultó especialmente dolorosa para el pintor, que falleció un año más tarde.








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