-- Pintores Asturianos: Juan Carreño de Miranda

19/9/14

Juan Carreño de Miranda



Juan Carreño de Miranda, nacio en Avilés, Asturias en el 1614, Fallecio en el 1685 en Madrid. Pintor español. Es una de las figuras principales del panorama pictórico cortesano de la segunda mitad del siglo XVII, al que aportó un estilo que mezcla solidez estructural con un notable gusto por el color, y que tiene como fuentes tanto las obras de las generaciones de artistas locales precedentes (desde Carducho hasta el propio Velázquez) como las de algunos de los pintores extranjeros que más influyeron en el desarrollo del barroco madrileño, con Tiziano, Rubens y Van Dyck a la cabeza. Su catálogo abarca una notable variedad de técnicas y temas pictóricos. Fue un más que discreto dibujante, cultivó el fresco y fue autor de una prolífica producción de pintura sobre lienzo, se especializó en escenas de carácter religioso y en retratos de personajes pertenecientes por lo general al medio cortesano. Aunque de origen hidalgo, su imbricación familiar con el medio artístico fue siempre fuerte, como demuestra el hecho de que fuera sobrino y yerno de sendos pintores. Su formación tuvo como escenarios los talleres de Pedro de las Cuevas y Bartolomé Román, en Madrid, y su primera obra fechada data de 1646. Desde entonces fue un pintor muy activo en el medio madrileño, en el que ocupó una posición de privilegio refrendada no solo por la importancia y variedad de su clientela (la catedral de Toledo, destacadas órdenes religiosas y notables familias aristocráticas), sino también por el disfrute de importantes cargos oficiales.





Así, en 1669 fue nombrado pintor del rey, y desde entonces hasta su muerte dedicó gran parte de sus esfuerzos a la representación de la familia real y de algunos miembros de la corte. Estas circunstancias profesionales han influido en el hecho de que el Museo del Prado posea una buena representación de su obra en lo que se refiere tanto a su calidad como a su variedad. Actualmente hay treinta y seis piezas catalogadas como suyas o muy próximas a su estilo, de las que catorce son dibujos y el resto pinturas. Aquéllos ingresaron en su mayor parte en 1930 con el legado Fernández Durán y son, por lo general, estudios para composiciones pictóricas (cabezas, figuras de cuerpo entero, alguna composición). Los cuadros han llegado a través de las tres principales vías de enriquecimiento de los fondos del Prado.





La labor de Carreño como pintor del rey se refleja en varias espléndidas piezas que representan a miembros de la corte y que nos enseñan lo muy originalmente que supo traducir en un estilo personal las tradiciones retratísticas precedentes. Además del de Carlos II y el de su madre, La reina doña Mariana de Austria, el Museo posee retratos del embajador ruso Potemkin y de la niña Eugenia Martínez Vallejo, que aparece vestida y desnuda, y cuya deformidad física la hizo objeto de curiosidad y atracción. También estaba vinculado al mundo cortesano el duque de Pastrana, protagonista de uno de los retratos más importantes de la España de su tiempo. El Museo también cuenta con una apreciable representación de la pintura religiosa de Carreño, con obras que en su mayor parte proceden del antiguo Museo Nacional de la Trinidad. Entre ellas se cuenta San Antonio predicando a los peces, de 1646, su cuadro firmado en época más temprana, La Virgen de Atocha, o San Sebastián, una espléndida pintura en la que da prueba de su extraordinaria maestría en el tratamiento de las gamas cromáticas. Javier Portús Pérez

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